Más allá del malbec y del asado, con su mezcla ecléctica de influencias europeas y latinoamericanas, Buenos Aires es, para mí, la capital más especial del mundo

Después de visitar 66 países, creo que tengo capacidad de comparar y aseverar que Buenos Aires es la metrópolis más sensacional del planeta. Vayas por donde vayas, te abruma su arquitectura monumental, con fachadas de un pasado glorioso por cada una de sus calles y barrios, sus interminables zonas verdes, sus vibrantes propuestas culturales y librerías como el Ateneo o Eterna Cadencia; y unos mercados gastronómicos y restaurantes de diseño que le dan mil vueltas a los de Nueva York. Por no hablar de sus vinos y de una desbordante gastronomía donde el asado es religión. 

Amo recorrer sus barrios históricos, cada uno con su personalidad, repletos de esquinas pintorescas, imponentes avenidas, galerías de arte contemporáneo o museos en edificios históricos como el Palacio Ortiz Basualdo y el Palacio Paz, con su cúpula inspirada en Les Invalides de París; y una noche interminable donde el tango, el vino y los cócteles fluyen desde las degustaciones afterwork hasta el amanecer.

Una arquitectura apabullante caracteriza todo Buenos Aires

El contraste de estilos arquitectónicos es una de las características que definen el paisaje urbano de la capital argentina. El barrio de Recoleta y Barrio Norte concentran majestuosos palacios y mansiones de líneas afrancesadas, que evocan el esplendor de principios del siglo XX cuando las élites locales emulaban el estilo de vida europeo.

El Rosedal, del Parque 3 de Febrero, «Gentileza Ente de Turismo de la Ciudad de Buenos Aires: turismo.buenosaires.gob.ar«, así como la portada del artículo.

Uno de los imperdibles es el imponente edificio del Centro Cultural Kirchner, antes Correo Central, de estilo francés, que alberga salas de exposiciones y espectáculos tanto dentro como fuera, pues no es raro ver a las parejas bailar tango en su explanada. 

El famoso Cementerio de Recoleta, conocido como la ciudad de los muertos, es una parada fascinante que has de recorrer con un guía para que te explique sus calles, llenas de panteones y mausoleos suntuosos. Es como internarse en un museo al aire libre con los monumentos funerarios más extravagantes dedicados a personajes ilustres. Hablando de los cuales, un tecito en el Museo Evita es imprescindible.

Delicioso humus casero con varios vinos de Aldo’s Wine Bar, en Recoleta.

De paseo por los coloridos barrios bonaerenses

Uno de mis favoritos desde la primera vez que vine a Argentina en 2006 es el barrio de San Telmo, que te teletransporta al Buenos Aires más vintage desde la Plaza Dorrego, con sus calles empedradas y antiguas casonas coloniales rebosando nostalgia. Los domingos, la calle Defensa se convierte en una feria al aire libre donde puestos de antigüedades y artesanías despliegan sus tesoros en un ambiente festivo.

También te llamarán la atención galerías como El Solar de French o pasajes como el de la Defensa, muy cerquita del mercado, donde debes tomarte un vino en Nilson One antes de encaminarte hacia la mítica Pulpería Quilapán o, al otro lado del Parque Lezama, a Virgen, un restaurante mexicano auténtico con una variedad de guacamoles, tacos y enchiladas de marisco, pescado o de cordero superoriginales y cócteles de autor dentro de un ambiente rosado muy estiloso. 

Tacos y enchilada de pescado y cordero de Virgen.

Tanto en San Telmo como en La Boca, el arte callejero da muestra de la inconmensurable creatividad de los porteños. Te sonará de las fotos Caminito, ambientadísimas calles repletas de fachadas pintadas con vivos colores, donde el tango nació y ahora hay fundaciones culturales como Proa o Andreani, donde los ciclos de Roto de cine más charla filosófica se llenan de veinteañeros. 

En contraste, Puerto Madero es el exponente del Buenos Aires adinerado. En sus diáfanos edificios de vidrio y acero en espejo, que se elevan sobre las orillas del Río de La Plata, se alojan hoteles boutique, parrillas como La Cabaña, un mítico que ahora lidera la chef Carla Barbera, y un restaurante gourmet como Chila, convertido en el proyecto Amarra para exponer en la capital proyectos gastronómicos del resto del país como Lo de Tata, con los pescados de Mar del Plata.

Ve antes de cenar a disfrutar de una visita por la Reserva Ecológica Costanera Sur, formada espontáneamente entre las ruinas en pleno río de la Plata (foto de portada).

En Amarra, desde los aperitivos hasta la propuesta de maridaje son una triunfada.

En todos los barrios encuentras boutiques de diseñadores/as con unas creaciones que me vuelven loca, pero lo cierto es que cualquiera de las zonas de Palermo (clásico, Soho o Hollywood) están repletas de bellísimas y carísimas boutiques, aunque personalmente prefiero los puestos que se ponen los fines de semana con diseñadores originales como Vruto, que hace ropa superestilosa tirando de reciclaje de prendas usadas y vaqueros; o las joyas económicas de La Vecchio Tesoro, en Parque Saavedra.

El asado es religión y Maradona su Dios

Por encima de todo lo anterior, que no es poco, Buenos Aires es una ciudad hedonista y excesiva para los sentidos gracias a su extraordinaria vida gastronómica y enológica. El asado de carnes varias es una verdadera religión que se puede experimentar en templos carnívoros como Don Julio, un clásico que tiene pinta de llevarse la estrella Michelin.

La provoleta con pera y cebolla morada de Hierro es escandalosa.

Pero, sinceramente, para qué vas a esperar una hora de cola cuando puedes disfrutar más y por mucho menos en otras parrillas menos turísticas como la magnífica Hierro Casa de Fuegos con sus creativas provoletas y jugosas carnes en planchita de hierro caliente (que puedes probar ya en Málaga), la genial Somos Asado Cocina a Leña, que borda el chuletón madurado y estrena su preciosa cava; Tomahawk Carnes y Vinos (mejor parrilla al paso o callejera con tienda colindante), el elegante Rufino, en el Hotel Mío, con carnes de lujo como el ossobuco; La Carnicería (The World Best Restaurants), el estupendo Malcriado Entre Fuegos y vinos, con su gigante tomahawk al punto; y el perfeccionista Viejo Patrón Resto Grill, cuyo propietario ostenta el título de Sumiller de carnes, un grado que ahora tengo la necesidad de estudiar.

Mural de la recién estrenada vinoteca de Somos Asado.

Además de los asados, en el amplio panorama gastronómico porteño, también tenemos pescados, por fin, por ejemplo, en Asu Mare, una auténtica cebichería peruana que tiene varios locales por BsAs de una calidad que, advierto, no se transmite en los carteles con fotografías que ponen en la puerta. Excelentes propuestas como los dúos, los tríos o la ronda con chaufa de mariscos, chicharrón de pescado y de calamar, cebiche clásico y jugoso picante de mariscos. Por descontado, no falla La Mar Cebichería peruana, del chef peruano Gastón Acurio, que sigue sorprendiendo con sushi, cebiches y tiraditos muy originales e increíbles bandejas con pescados enteros u otras delicias vegetarianas o de lomo salteado para quienes no comen pescado.

Ronda con distintas especialidades peruanas de Asu Mare.

Dos chefs que debes conocer

Sin ninguna duda, has de ir al precioso Benedetta Roti, del chef Agustín Brañas, con una espectacular cocina inspirada en rotiserías de toda la vida pero con la sofisticación de un restaurante actual con un delicioso manejo de las especias; y a Treintasillas, el restaurante quitaprejuicios del chef Ezequiel Gallardo, que lleva quince años manteniendo su prestigio desde un edificio recóndito con un ambiente intimista y un menú por pasos armonizado con vinos argentinos que va cambiando cada semana por un precio fijo y es el colmo del equilibrio.

La propuesta de Benedetta Rotiseria es, sencillamente, insuperable.

En el barrio chino, renovadísimo desde después de la pandemia, hay una parte cañera, divertida y muy hipster que es la de la calle Echeverría, donde puedes alternar con la gente que puebla sus barecitos de tomándote un vermú naranjo Alfonsina en Vina mientras te contoneas al ritmo del dj.

Aunque si te quieres sentar en condiciones fuera de las franquicias de la calle más turística, prueba el Maradona 10, que rinde homenaje al astro del fútbol con platos inspirados en sus gustos como el chupe de langostinos, la pesca de Bengala o la milanesa de su madre, la Totona.

Increíble carpaccio de calabacín y remolacha con queso de Treintasillas.

Para una experiencia vegana que contraste tanta carne, destaca Let It V, con su cocina 100% basada en plantas y creaciones como sushis, pokes y tartas veganas. Ve a la sede de Paseo La Plaza antes o después de ver alguna de las numerosas obras de teatro o stand up como las de Fede Cyrulnik (que estará de gira por España a principios de 2024) o Pablo Fábregas y Fer Sanjiao.

Intento de foto artística a través del cristal durante el atardecer en Piso 15 Skybar.

La noche porteña sigue viva

Los amantes del tango pueden disfrutar de una milonga en La Catedral Club o un show en el mítico Café de los Angelitos. Pero también es una buena opción ver un atardecer rojizo y luminoso desde un skybar como el de Piso 15 y luego bajar a tomar un trago en un speakeasy como el Nicky Harrison o Florería Atlántico. Hay bares maravillosos como Mishiguene, Tres Monos o el Gran Bar Danzon, mi favorito entre los Best 50 bars, donde hacen unos tasting de vinos y tapas los jueves superdivertidos en un ambiente único desde hace 25 años.

Tasting a ciegas con fly de vinos y de tapas del Gran Bar Danzon.

Si prefieres bailar, tu lugar es, ahí entre los grandiosos parques de la capital, dentro del Hipódromo, el animado Bagatelle, donde la gente se sube a bailar a los asientos después de cenar platos mediterráneos del chef Julián del Pino. Otra opción es Enero Restaurant & Aguaviva Bar, en la Costanera, para cenar gastronomía internacional y cócteles frente al río con ambientazo. 

Otros internacionales son Benaim de Comida callejera israelí con servicio de delivery y take away; o, cerca del Museo Histórico Nacional, el museístico restaurante Nápoles, donde no sé cómo se come, la verdad, pero merece la pena pasearse entre su impresionante decoración de anticuario.

De vinos, vinotecas, catas y festivales

El malbec de Domingo Molina, con su picadita en la Cava Jufré.

Para probar los excelentes vinos de múltiples variedades de uva que están elaborando en todas las regiones vitivinícolas argentinas, más allá del malbec y de Mendoza, puedes ir a muchas de las vinotecas o bares de vinos de Buenos Aires, y aquí te comento mis favoritas: Vini, el coqueto wine bar de mi amigo el sumiller Lucky Sosto, y el elegante Overo Bar, ambas en Palermo Soho; Vinos de Culto Bistró para beber y comer muy bien; Aldo’s Wine Bar, de tapas mediterráneas y muy vinos por copas; la bohemia Cava Jufré, por Villa Crespo; la del mediático Sommelier en bicicleta con su quesería, al igual que Che Malbec en plena 9 de Julio… 

Empanadas recién hechas en el horno de la Bodega de Borbore en el Distrito del Vino.

Ahora bien, hay dos a las que les tengo un cariño muy muy especial porque son como un templo y sus propietarios te acogen como en su propia casa, incluso hacen empanadas y asados en su horno de leña. Una es JA! Lo de Joaquín Alberdi, ese divertidísimo genio que se sienta contigo y te va dando a degustar vinazos con unos quesitos; y otra es La Bodega de Borbore, del respetable Carlos Borbore, con sus propias cepas dentro de su acogedor jardín.

Un verdadero paraíso terrenal en el Distrito del Vino, que monta exitosas ferias y degustaciones para fomentar la cultura del vino, incluso mediante un convenio con la Universidad, así como el consumo saludable. Si te quedas por Villa Devoto, puedes cenar en Mecha un buen T-bone regado con un Pinot Noir de Flor del Prado, un Merlot de Camilo de Bernardi, o incluso el adictivo Chardonnay sobre lías de Mabellini, tres grandes de la Patagonia.

En cuanto a catas, hay cientos al mes, pero me hice muy fan de la denominada 12 vinos, 12 horóscopos de Joe Fernández en la Escuela Argentina de Sommelieres y de las degustaciones maridadas con cultura y gastronomía que organiza María Mercedes con su Aires de Copas en lugares míticos como en Palacio Barolo. Primero quemas las calorías subiendo hasta su faro para obtener la panorámica 360° de Buenos Aires y luego bajas al sótano a sus exposiciones itinerantes para disfrutar de sus maridajes alternativos. 

Cata de vinos y productos patagónicos en los bajos del Barolo de Aires de Copas.

Muy recomendables las degustaciones de Baires Wines, como la Black Edition; o el festival Paladar Noir en la Isla bruma del Delta del Tigre, que permite descubrir 50 bodegas con empanadas criollas y un rico asado para empapar. Ahí conocí la bodega Domingo Molina y sus espectaculares vinos de Cafayate, en Salta, primos hermanos de los de Altupalka, aunque quizá encuentres más a menudo en España los de El Porvenir. Si asistes a alguna muestra de vinos de Jujuy, además de los de Bodega El Bayeh y Amanecer Andino, busca los vinos de las bodeguitas de Santa Rosa de Lima y de Finca Incahuasi, que se lo están currando a pulmón.

En Chacarita/Colegiales, tan de moda últimamente, tienes buen café en Silvestre y en Martinelli Caffe, Pasticceria y Gelato, garantía de calidad del italiano Carlo Contini; pero se recomienda encarecidamente hacer el brunch en Anafe y luego tomar un vino en el desestructurado bar con eventos en su supercava Lucrecia Vinos, cenar en Alegra restaurante y vinería con vinos de su vinoteca a precio de coste, que también puedes comprar para llevar; o ir reservando para darte en homenaje en Anchoita. Si no tienes la gran fortuna, ve a comer unos quesos con decenas de vinos por copas en Cava Anchoita, maravillosos ambos. 

Mercado de Los Carruajes, patrimonio histórico convertido en multiespacio gourmet.

En cuanto a mercados, alucinarás con la variedad gourmet de Mercado Soho, el Mercado de Los Carruajes y Gourmand Food Hall, a cuál más sorprendente por su interiorismo, su aprovechamiento de la arquitectura de sus edificios de origen y la variedad de las propuestas gourmet de sus stands, destacando el Gourmand del Patio Bullrrich porque los camareros te llevan la comida a las mesas, no tienes que levantarte tú.

Para descansar, no se me ocurre nada mejor que dentro de un museo, algo que solo es posible en un hotel boutique como Cassa Lepage Art Hotel, a cuatro pasos de la Casa Rosada, rebosante de obras de arte desde su sótano hasta su preciosa terraza, pasando por los pasillos y sus habitaciones con techos interminables. 

La artística terraza de Cassa Lepage, un museo de arriba abajo.

Una vuelta de lujo

Un delicioso desayuno con su pastelería casera y rumbo al aeropuerto a relajarte en el avión de Level, que es la única aerolínea low cost (aprovecha los Black Flydays) que viaja directa y sin escalas de Buenos Aires a Barcelona (y viceversa, obvio), así que te puedes tirar en el asiento y ponerte a ver su programación Bienestar con vídeos de meditación, relajación y hasta estiramientos, ¡llegarás nueva! Ojo, que, extrañamente, la comida del catering llega caliente y está buena, tienen hasta heura ¡y mensajería gratis! 

Si quieres trabajar, hay paquetes de conexión Wi-Fi por horas o para todo el vuelo. Yo he pagado el de 24 euros, gracias a lo cual me he terminado de editar el podcast y he escrito este reportaje poniéndote inclusive los links. También pagué para escoger asiento en pasillo y al principio del avión, pero, como por carambola me han cambiado a clase premium y voy anchísima, me voy a enfundar los calcetines del kit de viaje, la mantita, la almohada y los tapones para los oídos y voy a dormir un rato, que necesito soñar que vuelvo a Buenos Aires. Amo este país… y espero que tú te enamores también.

2 comentarios en «MI Buenos Aires querido, la ciudad del vino y la gastronomía»

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