Este rincón culinario del Maresme está destacando como nuestra marisquería y arrocería preferida por su enclave con vistas al Mediterráneo, pero sin arena en los pies y por la pasión familiar que destila.

Llevo casi tres años viviendo en Canet de Mar y paseando por su playa hasta Arenys de Mar y, lamentablemente, solo he descubierto la marisquería y arrocería El Portinyol hace unas semanas. Pero ya se ha convertido en uno de mis restaurantes favoritos del Maresme, por no decir de la provincia de Barcelona, porque igual sería muy exagerado por mi parte.

Lo que no es exagerado es aseverar que estamos ante una joyita culinaria, por ubicación, frente al mar, pero sin mancharte de arena; por su gastronomía marinera, enriquecida por la herencia gastronómica de dos hermanos de la familia hostelera que regentaba el conocido restaurante Les Roques en Sant Pol, es una experiencia que supera las expectativas gastronómicas de tres comunicadoras gastronómicas que van con miedo a los restaurantes.

No, en las dos veces que he ido en dos semanas con visitas sibaritas de fuera, en El Portinyol ha sido un placer y una celebración de sabores (marítimos, de momento, aunque también tienen carne en la carta), cada terraza ofrece unas vistas impresionantes y cada instante entre sol y sombra te va llenando de placidez. A lo que se le suma la pasión que solo una familia de dedicados anfitriones y un maitre como Francesc Calleja pueden bordar.

Espacios y capacidades: Celebración en un escenario de ensueño

Desde la entrada de El Portinyol, que parece un barco desde fuera, te quedas cautivada por la atmósfera que impregna cada rincón. Tras su profunda renovación en 2019, el restaurante se ha transformado en un emblema mediterráneo, ofreciendo espacios excepcionales que brindan vistas panorámicas al mar. Desde el acogedor jardín en la terraza hasta el majestuoso ático con vistas al Mediterráneo, cada espacio invita a crear recuerdos inolvidables con amigas o con pareja. También he visto a familias enteras en mesas grandes y bodas en la terraza que parecían muy animadas.

Marisquería y arrocería con pasión gastronómica

Las raíces culinarias de los hermanos se manifiestan en cada plato en El Portinyol. Los arroces, auténticas estrellas del menú, te juro que despiertan emociones en cada cucharada. El arroz a la marinera nos transportó directamente a la costa, con su equilibrio de sabores y autenticidad, puro sabor y cada grano, en su punto.

El marisco fresco de la mariscada para dos, bastante bien de relación calidad-precio, se nota cuidadosamente seleccionado y equilibran perfectamente las cantidades para cada comensal. Los sonsos típicos catalanes, pero cocinados a la andaluza, demuestran un arte en la fritura tan fino que no parecen fritos, sino crujientes recién salidos de la tostadora. Las ostras, frescas y jugosas, grandes, deliciosas, perfectas con un cava de la casa, por ejemplo. Aunque puedes hartarte de probar vinos de todos los tipos y denominaciones de origen porque tienen una muy buena carta, se nota que a Carme Moreno, la copropietaria junto a su hermano José, que es el chef, le encanta la enología. Prueba La Diferenta, un vinazo muy muy peculiar como estos blancos en tinaja.

Un toque personal: Atención y cariño en cada detalle

Ahora bien, lo que realmente ha hecho mis dos experiencias en El Portinyol excepcional fue la atención meticulosa al detalle y el servicio de sala impecable, llamativo lo bien que lo hacen los camareros jóvenes dado el nivel que hay últimamente en la hostelería. Se han esforzado por inculcarles su modo de funcionar y servir. Carmen y Francesc, con su experiencia a cuestas, han impregnado un toque personal en cada aspecto del servicio. Su pasión es palpable en cada conversación, recomendación y sonrisa que brindan, de veras que maravilla su amabilidad no invasiva.

Legado de sabor y encanto: El Portinyol en su esencia

El Portinyol es mucho más que un restaurante, es una marisquería y arrocería de la que te puedes fiar si quieres agasajar a tus invitados y asegurarte de que no fallas. Desde los deliciosos platos hasta las vistas espectaculares, es una especie de buque en la playa que cautiva los sentidos y celebra el producto, mientras nos envuelve en la belleza de las extensas playas del Maresme.

Consejo útil: termina siempre con ese gin-tonic con albariño y Nordés de bajo grado alcohólico y digestivo en la versión de Francesc Calleja.