Un oasis gallego escondido del bullicio de las Ramblas, asociado al mismísimo Centro Gallego de Barcelona
Jamás te podrías imaginar que un restaurante gallego tan chulo y auténtico pudiera estar en plenas Ramblas de Barcelona y, además, en un palacete emblemático encargado por Joan Güell al arquitecto Pere Casany. El industrial catalán murió en 1872 dejando Casa Joan Güell casi intacta con todas sus maravillas, y ahora las podemos disfrutar los humanos gracias al Centro Gallego que allí se esconde del bullicio. Para más fortuna nuestra, sus socios le otorgaron al chef Guillermo Dosil, junto a otros cuatro hosteleros gallegos como él, la concesión para llevar su restauración Louro. Así que, obviamente, si lo dirigen gallegos y los gallegos comen allí, ¿no tendrás nada que objetar contra su autenticidad, verdad?
Puedes ir a comprobarlo por ti mismo/a, pero desde aquí te puedo asegurar que, en la turistificada Rambla del Caputxinos, el restaurante Louro se erige como un refugio de gastronomía gallega donde, sorprendentemente, hay más oriundos que guiris, aunque evidentemente algunos con buen gusto se cuelan.
Y no es de extrañar, porque nada más entrar, la decoración te cautiva. Obra también de Antonio Iglesias (el mismo genio detrás de Arume y Never, ya que pertenecen los mismos socios), el espacio es espectacular hasta en los baños, cuyas puertas parecen habitaciones de hotel, y respeta al máximo la propia belleza del piso que ocupa. Las vidrieras resaltadas por los espejos en el techo son verdaderas joyas arquitectónicas que te transportan a otra época. Para alimentar la leyenda, su pequeño patio decorado con plantas permite ver la otra parte del palacete a la que se accedía por un pasadizo secreto.
Una propuesta gastronómica entre tradición y vanguardia
La inmersión culinaria en Louro fusiona la más pura tradición gallega con toques de creatividad contemporánea con ese ceviche de corvina con mango fresco y yuca frita que, aunque no sea un plato típicamente gallego, resulta un entrante superrefrescante y delicioso, gracias a esa emulsión que se crea entre la leche de tigre y el mango.
Las zamburiñas son imprescindibles: servidas con delicado parmentier, aceite de hierbas, crean un contraste perfecto entre el punto chicloso del molusco bivalvo y el crunchy del panko tostado.
Otro acierto son las tostadas de sardina ahumada, donde el pan de Cea frito aporta una mordida crujiente que se complementa con la suavidad del queso de Cebreiro, una combinación tan adictiva que querrás rebañar hasta el último resto.
El pulpo á feira merece aplauso especial: tiernísimo y preparado exactamente como te lo servirían en la Galicia profunda, pero con un detalle diferencial: los cachelos elaborados con patata kennebec, de sabor limpio, nada terroso, y perfecta para hervir porque alcanza una ternura que compite con la del propio pulpo.
Un final dulce
El postre es el broche perfecto: su tarta de queso crema destaca por ser muy esponjosa y ligera, ideal para cerrar una cena que puede ser todo lo contundente que desees. Nosotros nos quedamos bien, pero para los más golosos, otra gran tentación es la autóctona tarta Larpeira.
El maridaje perfecto
Toda esta degustación la maridamos con el Casanova Treixadura, un vino blanco que, por su diseño, anticipa su personalidad: alegre y desenfadado, fácil de beber por su suavidad de acidez muy controlada. Esta variedad gallega tan prometedora aporta intensos y frescos aromas florales, con notas muy marcadas de azahar, lilas y galán de noche, sobre un fondo frutal de albaricoque. Y el trabajo de maduración sobre lías le confiere ese maravilloso paso de boca cremoso y aterciopelado, demostrando el nivel actual de la D.O. Ribeiro.
Experiencias pendientes
Para la próxima visita, ya tenemos en el punto de mira el arroz de choquitos con espárragos trigueros y mayonesa de hierbas y el lomo bajo de vaca vieja de Toxgitxu, con patata canaria y ajada emulsionada, que promete ser una experiencia cárnica memorable. Es más, los fines de semana de invierno, se sirve, sábados y domingos al mediodía, el icónico cocido gallego, acompañado de bebida, postre y licor café, en este auténtico rincón del Atlántico situado en el corazón más turístico de Barcelona.
Información práctica
- Dirección: Rambla del Caputxinos, 35
- Teléfono: 93 730 82 80
- Horario: Lunes, jueves y viernes de 19h a 23.30h; sábado y domingo de 13h a 16h y de 19h a 23.30h
- Web: www.lourocgb.com
- Puntuación de clientes: 4,8/5