• Si en Legazpi nos tenían acostumbrados a unos chuletones de las mejores razas del mundo, ahora las encontraremos a 40 km de la capital junto a unos logradísimos arroces

Estamos de enhorabuena: el hijito de Latxaska Etxea ha cumplido un año en Villaconejos, un pueblo cerca de Chinchón, ideal para hacerse una escapada de la gran ciudad al mundo rural y desconectar en ese patio donde se pueden hacer incluso eventos con brasas.

En cualquiera de ambos restaurantes capitaneados por Máximo Alessanco, un vasco de pura cepa que se recorre España rincón por rincón buscando los mejores productos más auténticos y selectos, se come más o menos lo mismo e igual de bien.

Según entras, es como entrar a casa, ponerte las zapatillas y esperar a que te vayan trayendo los ahumados naturales de Keia, salmón, anchoas y boquerones recién traídos desde el puerto de Bermeo. 

Los cuales pegan fenomenal con las verduras más selectas, tipo pimientos de cristal asados o unos tomates rosas y naranjas de la variedad ananas, dulces y con sabor tropical. 

El micuit de foie de la mejor calidad y el jamón ibérico cortado a cuchillo por el experto cortador Carlos Pérez, maitre y gerente de la casa, también son un primor. 

El puerro relleno de centollo con salsa marinera o el de rabo de toro con salsa de foie y boletus son guarniciones perfectas para el plato principal: ya sea un guiso de guisantes o de garbanzos verdes con huevo poché y foie, el rabo de toro de lidia en temporada o los callos de bacalao, una verdadera delicatessen que te pide rebañar sin parar. 

En las brasas, puedes degustar un buen pescado fresco, pero te recomendamos encarecidamente la estrella de la casa: el chuletón tamaño pesa de gimnasio

Las razas van desde la Ayrshire finlandesa, que se llevó dos años consecutivos el premio a la mejor carne del mundo con razón, pasando por la simmental, la frisona o la vaca rubia gallega, hasta el auténtico buey tudanco de Cantabria, todas ellas de cárnicas poco comerciales y muy escogidas con su maduración y marmolado ideal para que la grasa se funda con la carne en su máximo apogeo para el paladar. 

El punto diferenciador de Latxasca Etxea de Villaconejos es su especialización en arroces, que aprendieron a cocinar con el asesoramiento de Chema de Isidro, que les enseñó incluso a hacer alioli de melón. La variedad empieza por el de Latxasca, que es de de boletus, ibéricos, manitas Charry y garbanzos, pura Iberia sumergida en una paella; el arroz Señoret, de pescados y mariscos; otro Señoret mixto, de carne y mariscos; el arroz de verduras, que está espectacular por la potencia que sueltan las verduras; y acaba por el arroz negro con jibia y gambas, al que no le puede faltar su socarrat.

Si te has fijado en la tarta de queso de la portada, ya sabes que te la tienes que comer. Orgásmica total.

P.D.: previamente, durante la pandemia, hacían delivery a domicilio, pero la comida está tan buena que se ve que, a los mensajeros, les salía más rentable comérsela que lo que les pagaban las plataformas de reparto a domicilio, así que dejaron de enviarla y ahora, si quieres, la puedes pasar a buscar. (Esto es pura realidad, conste).

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