- En la Denominación de Origen de la Conca de Barberà se combina el enoturismo con la gastronomía y los bellos monumentos de la ruta del Císter, incluidos monasterios y catedrales del vino espectaculares.
En el norte de Tarragona, la Conca de Barberà es un pulmón verde flanqueado por los ríos Francolí y su afluente, el Anguera. Aquí te encontrarás con un valle fluvial formado gracias a la erosión causada durante siglos por ambos ríos y rodeado de cadenas montañosas: las sierras de Miramar y de Cogulló al este; las del Tallat y Vilobí al oeste; Montclar, Codony y Comalats al norte; y al sur, las montañas de Prades.
Es la cuenca perfecta para hacer vinos muy diferentes y para todos los gustos gracias al rango de altitud de 350 a 900 metros y a la variedad reina de la zona, la trepat, que es ligera, especiada y perfecta para rosados, tintos suaves de baja graduación y cavas, ¡ideales para la primavera-verano! Para comprobarlo, has de visitar las magníficas catedrales del vino financiadas en el siglo XX por las cooperativas de viticultores y proyectadas por el arquitecto Cèsar Martinell i Brunet en Barberà de la Conca, Montblanc, Pira y Rocafort de Queralt; así como por Pere Domènech i Roure en Sarral y L’Espluga de Francolí.
Ruta por la DO Conca de Barberà
1. Cooperativa Vinícola de Sarral
Un impactante ejemplo es la Cooperativa Vinícola de Sarral, en cuya visita guiada explican que “se llaman catedrales del vino porque eran lo único más grande que el mayor edificio que había allá por 1914 en los pueblos: la iglesia”. Este impresionante ejemplar tenía todo un proyecto detrás a financiar con créditos del Banco de Roma, pero como dejó tirados a los cooperativistas, la terminaron de construir ellos con su inversión y sus ahorros, entre otras muchas actividades sociales que organizaban para el pueblo. Ahora elaboran allí los facilísimos blancos y rosados (con o sin aguja) de Cava Portell o sus tintos con crianza, todos ellos con vocación de que en sus botellas no quede ni una gota.
2. Pueblos y bodegas
El enoturismo se extiende también por otras bodegas en los preciosos pueblos históricos amparados por el Consejo Regulador, a saber, Barberà de la Conca, Blancafort, Conesa, l’Espluga de Francolí, Forès, Montblanc, Pira, Rocafort de Queralt, Sarral, Senan, Solivella, Vallclara, Vilanova de Prades, Vilaverd y Vimbodí i Poblet.
En este último municipio, además, contemplarás uno de los mejores exponentes de la ruta dels Reials Monestirs de Catalunya y de la ruta del Císter: el monasterio de Poblet.
3. Monasterio de Poblet
El monasterio de Poblet es más bien una ciudadela donde los monjes detentaban todo su poderío sobre el territorio (hasta cárcel de mujeres tenían) desde finales del siglo XII hasta un poco antes de la desamortización de Mendizábal. Sus instalaciones sufrieron saqueos, pero su restauración lo llevó a ser reconocido como Patrimonio de la Humanidad en 1991.
Impresionan sus 12 torres, su maravilloso claustro, las cuidadas dependencias de comunes de los monjes y los profanos, su sala de deliberaciones, el altar mayor o las tumbas reales de los poderosos que querían ser enterrados más cerca del cielo.
Entre sus posesiones, se erige un palacio renacentista con varios archivos históricos gestionados por el abad de turno. Y, cómo no, unos viñedos que permiten a la bodega Abadía Poblet ponerle a su rosado, su blanco y su tinto la etiqueta de Vino de Monasterio. Y, con las artes enológicas de Ricart Rofes y Jaume Pujol, quedan deliciosos. Cómpralos en la tienda Fet a la Conca que hay justo a la salida de la muralla.
4. Compras gourmet
En Fet a la Conca hallarás muchos productos artesanales autóctonos y con sello de calidad, como los dulces carquinyolis de l’Espluga (crujientes a base de harina y almendras); merlets de Montblanc, que son peladillas rellenas de almendra y rebozadas con una pasta dulce (huevo, harina y azúcar); y las orelletes, una pasta plana y redonda frita y azucarada irresistible. En salados, son típicos la coca de recapte, una coca salada que se hornea y va cubierta de escalivada (pimientos y berenjenas asadas), o de cebolla o incluso de espinacas; así como quesos artesanos, embutidos como la secallona y butifarras blanca o negra.
Puedes hacer un picnic con todos estos aperitivos y maridarlos con los vinos de las líneas Xipella o Únic de Clos Montblanc, mientras haces excursionismo por el Paraje Natural de Poblet-Sierra de Prades.
5. La cocina creativa de Ana Pascual
Los productos locales saben mucho mejor si te los cocinan en restaurantes como El Molí de Mallol donde, sin duda, te sorprenderá la cocina creativa de su chef, Ana Pascual. Aquí se marca un menú degustación generosísimo con tapas tipo la “gilda helada bien picante”, el “bombón de foie con tierra de carquinyoli”, el “carpaccio de gambones con aceite de romero”, la “crema suave de tomillo”, la “croqueta de calçots de Valls con romesco y mermelada de calçot”, el “canelón de marisco con verduras de temporada y crema de calabacín”, el “rodaballo con texturas de alcachofa”, el “bacalao a la miel” y el “roast beef de presa ibérica a las hierbas”.
Alucinarás definitivamente con el pequeño tiramisú y el milhojas de orelleta con crema y piñones si los maridas con el delicioso Domenio Trepat Dolç 2016. Este vino dulce es obra de Domenio Wines, la marca de Cellers Domenys, una cooperativa de cooperativas de siete pueblos en cinco denominaciones de origen que está rehabilitando las tres naves de la impactante catedral del vino modernista de Rocafort de Queralt, que data de 1917, para abrirla al enoturismo. Así que estate atenta, porque tienen hasta aceite.
6. Bodegas familiares con historia
Celler Rendé Masdéu
Celler Rendé Masdéu tiene una historia de lo más emotiva. Desde 1994, Mariona Rendé i Civit y Jordi Roig elaboraban vinos en su bodega de L’Espluga de Francolí, a la vera del río. Pero en 2019 fue devastada por una riada que asoló con todo desde las montañas de Prades. Sus barricas, depósitos con el vino recién cosechados y botellas en crianza quedaron sepultados entre amasijos de escombros y naturaleza muerta.
Pero hete aquí que, con la solidaridad de sus paisanos y los espontáneos que peregrinaron hasta allí para comprar sus botellas supervivientes, salvaron el vino del fango que aún venden en la nueva y preciosa bodega.
La vida les compensó la desgracia con unas instalaciones que constan de una masía para alojarse, una sala de cata en los lagares de una destiladora y una bodega con una herencia de miles de botellas de cava que suman a su catálogo de vinos ecológicos, con la trepat como protagonista. Prueba el Trepat del Jordiet 2020, el Vi de Fang de garrut o el Peu del Bosc.
Su complejo también alberga el restaurante ForEvents con una terraza de lo más agradable donde reina Albert Roig y propone bocados como el “mordisco de escalivada, anchoas y germinados de cebolla”; el “risotto de calçots, butifarra negra y umami de romero”; o la “fresca espuma de crema catalana infusionada con azafrán de la Conca y tierra de carquiñol”.
Celler Vidbertus
Otra bodega familiar que te va a encantar es Vidbertus, creación de Albert Rovira y su padre, que por un agujerito del cielo estará contemplando cómo su hijo, desde el vivero de bodegueros y la lanzadera de Barberá de la Conca, donde se creó la primera cooperativa hace 125 años, va perfeccionando distintas líneas de vinos.
Los puedes conocer en su espacio de catas dentro de una antigua bodega de 1960 que llevan recuperando desde 2009 y les está quedando de ensueño. Te darán con generosidad su blanco de parellada Entre 2 y los tintos Elixir, Negre Nit y 996… y te van a gustar.
Celler Carles Andreu
Ahora bien, si hay un viticultor que ha marcado la historia de la Denominación de Origen Conca de Barberà, reconocida desde 1930, ese ha sido Carles Andreu, bien sucedido por su hijo Bernat en la nueva bodega abierta al público en Pira. El padre cuenta que la trepat, durante muchísimos años, se creía que solo servía para rosados y cavas. Pero él se empeñó en demostrar que elaborarlo como tinto es posible y, desde 2004, podemos gozar trepats tintos no solo de su bodega, como el 12@, sino de muchas otras de las 24 que hay en la Conca.
Con viñedos viejos de 1700 en su haber, Andreu, desde la antigua cava debajo de su casa, muestra su humildad: “el mérito es de los bisabuelos, que fueron los únicos que, después de la prefiloxera, plantaron viñedos de trepat, porque era la única variedad con la que no perdían toda la añada cuando había una helada”. Curiosamente, el 95% del trepat se utilizaba para cava rosado pero de extranjis y, por fin en 1996, la autorizaron en DO Cava para rosados como su Carles Andreu Reserva. Aunque te escandalizará brindar con su Celdoni con 105 meses de crianza.
Celler Mas de la Pansa
Y tienes que degustar también, en el Celler Mas de la Pansa, el Mas de la Pansa 2018, espumoso de trepat de la DO Conca de Barberá, elaborado por la enóloga Inma Soler añadiendo el mosto congelado de la primera prensada en lugar de azúcares añadidos, lo cual le da la ese carácter tan especial que tiene todo lo que ella crea.
Qué celebrar en la Conca de Barberà
La cuestión es brindar y, para ello, dispones de varias ocasiones a lo largo del año, como la Semana Medieval del pueblo de Montblanc, que se celebra los dos fines de semana que rondan la Diada de Sant Jordi, el 23 de abril.
O la Fiesta del Trepat, entre el 17 y el 19 de junio de 2022, que se reparte entre el castillo, con una Batalla del Trepat, y las casas, donde las familias hacen maridajes de vino y arte. Consulta su programa de marchas por los caminos del trepat y actividades infantiles y no te pierdas las degustaciones de otras bodegas de la DO como Cara Nord, Josep Foraster, Rosa María Torres, Gerida Viticultors, Familia Torres, Molí dels Capellans y Vins de Pedra.
Para alojarte y tenerlo todo a mano, te recomendamos el Hostal del Seglar, en L’Espluga de Francolí, no solo porque tiene unas instalaciones que respiran historia, sino por su museo de dioramas que es una fiel representación de la clásica masía de la zona, tanto en tamaño natural como en miniaturas con todo detalle.
© Fotografías cedidas por la DO Conca de Barberá y por las bodegas.