- ¿Quieres vivir Mallorca como un oriundo y no como un guiri? Pues apunta estos 10 tips para disfrutar de la gastronomía y sus vinos igual que si fueras de allí.
Si ya has estado en Mallorca, seguramente conocerás sus virtudes gastronómicas, pero quizás te faltan estos lugares recomendados por los locales (con la boca pequeñita) y que muchas veces no quieren que se difundan para que no se inunden de turistas.
Una de las cosas buenas que tiene viajar sola a Mallorca es que te juntas con los oriundos con mayor facilidad que si vas en grupo o en pareja. Y como es algo que hago muy a menudo, suelo dar con algún gastrónomo local que, a su vez, me va presentando a sus amigos más sibaritas. Y, entre todos, me acaban recomendando lugares maravillosos con los que yo me monto estas rutas que, casi podría asegurar, se salen bastante de las habituales que recomiendan las guías.
A veces, incluso, me llevan de la mano. Y de la misma manera te guío yo aquí a ti, esperando que los mallorquines me disculpen por revelar sus secretos y me sigan tratando tan bien cuando regrese. Aquí van sus mejores recomendaciones según especialidades y lugares imprescindibles.
Especialidades de Mallorca
Los típicos variats
En las vitrinas de muchos bares disponen bandejas repletas de guisos de carnes, pescados o casquería para que puedas elegir cuáles te apetecen en media ración o entera. La gracia está en que, alrededor de una ensaladilla rusa, te sirven tu selección y disfrutas del contraste del frío con las salsas calientes.
Prueba los de Can Pep des Pla o y S’Olivera, en Binissalem, un pequeño pueblo del interior de la isla. La otra opción es comer en Ca s’Hereu los fideus de vermar, que parecen espaguetis partidos pero son una variedad propia de esta zona vitivinícola.
Los llonguets
Estos bocadillos (tan singulares de Palma que a sus vecinos les apodan ‘llonguets’ en el resto de Mallorca) son famosos en Es Vaixell, en Portixol. Su fama les llega por su pan, esponjoso a la par que crujiente, repleto hasta los bordes, de sardinas o de sobrasada, por poner dos ejemplos bien ricos.
Sus rellenos están buenos, sí. Pero les superan en creatividad los de Café Canamunt, en el centro citadino, donde compartimos otros muy creativos como el de entraña con cebolla caramelizada, el de embutido camaiot con queso o el de jugoso pastrami. ¡Y el pan tampoco desmerece!
La sobrasada
Este embutido, con IGP propia en Mallorca, es famoso y distintivo por su cerdo negro. Pero si hay un rey sobrasadero a nivel nacional, ese es Xesc Reina que, bajo reserva, enseña cómo cuidan a sus porcinos en Inca.
En su sede de Can Company puedes ver sus secaderos de sobrasadas premium e incluso sus fuets, los únicos existentes de cerdo negro mallorquín. Son de otro planeta. Como su cerebro que recrea maravillas como la sobrasada con queso azul, queso de mahón, chocolate, curry o la reserva de la familia, con seis meses de curación (otra historia).
La ensaimada
Este dulce típico de Mallorca tiene sus mejores versiones (y las más creativas) en Es Forn des Pla de na Tesa, un exitoso horno de pueblo que cuenta con 120 años de experiencia en sus tres generaciones.
Ahora lo abanderan sus dos mellizos treintañeros, Maties y Jaume Miralles, respetando la tradición pero aportando también grandes dosis de originalidad. La cual les lleva a hacer colaboraciones para la charcutería de La Pajarita, uno de los negocios más antiguos de Palma, con creaciones como la de la ensaimada con sobrasada e higos o el turrón con forma de sobrasada, como ves en la foto.
Dónde comer y beber (mejor)
El mejor tapeo
Si quieres probar una ensaimada rompedora, prueba el trampantojo relleno de cangrejo de río de El Bandarra, un restaurante sito en pleno centro de la capital. Lidera sus fogones el chef Igor Rodríguez, que ha sido campeón y subcampeón del Concurso Nacional de Pinchos y Tapas de Valladolid en varias ocasiones. Y, a juzgar por el nivel de todos sus pintxos, que parecen algo dulce pero en realidad son una tapa salada y exquisita, puede seguir dando sorpresas. Prueba el bao de vieira, los donetes de pica pica de calamar o el xuxo de porcella… ¡y su tarta de queso!
Bodega Morey es un magnífico lugar para empezar un vermú torero, con una buena ensaladilla rusa, salazones de calidad, sus deliciosas albóndigas o las alcachofas con queso y anchoa. De sus vermús, apuesta por los divertidos No passis pena o Te dic coses, que son dos frases muy frecuentes entre los mallorquines y significan ‘no te preocupes’ y ‘ya te digo algo (si eso)’, respectivamente.
Aunque si eres de cervezas, puedes darte un homenaje en Cervecería Lorien, que, desde 1990, ofrece una variedad apabullante. Está al lado de Sa Bodega Bellver, otro clásico para vermutear, con barriles y botellas de vino añejas como decoración, ideal para alternar con amigos.
Mercados de Palma
Los mallorquines no son muy fans del aperitivo, pero sí que hay mucho ambiente en el clásico mercado de Santa Catalina, donde puedes observar cómo hacen y sirven el variat en Can Frau desde dentro de la barra.
Si quieres llevar souvenirs, nada mejor que los quesos de Saglà, que también triunfa en el gastronómico Mercat de l’Olivar. Entre otros puestos, destaca el de Mercat Negre por las invenciones con productos frescos del chef Pau Navarro, propietario del restaurante Clandestí, que está dando mucho que hablar.
Cócteles
La coctelería está cada vez está más de moda y, en el Paseo de Mallorca, donde se juntan todos los oriundos para el tardeo en Palma, se suceden dos muy recomendables: el Brassclub, de Rafa Martín, y el Chappeau 1987, de estilo clásico.
Tast Club es un restaurante supuestamente clandestino y con reservados que recuerda a un estiloso club británico antiguo, por eso merece la pena adentrarte en él aunque solo sea para tomarte un aperitivo.
Por su parte, Nola es un patio exterior decorado con tan buen gusto como los recipientes de sus cócteles, que dan para pasar un buen rato contigo misma o en buena compañía en un ambiente agradable.
Restaurantes dentro de preciosos hoteles
Si una noche te planteas una cena seria y realmente gourmet, has de ir a Cantina Panzá, un bonito restaurante dentro del Hotel boutique Sant Jaume cuyo chef, Javier Gardonio, tiene unas manos de oro. Gozarás desde los torreznos y el tomate con sardinas ahumadas, hasta la melosa ventresca y el apabullante codillo que se deshilacha con cuchara sin esfuerzo. La selección de vinos de las denominaciones de origen isleñas y de vermús como el Mallorquín en su barrilito se agradece sobremanera.
The Merchants Steak&Grill es otro restaurante sito dentro del hotel Palacio Can Marqués, pero dirigido por el grupo de Five Senses. Su rooftop es un remanso de paz para hundirte en sus sofás tomando un cava, pero su jardín es un oasis con un servicio casi increíble hoy en día. Destacan sus carnes de primera, como la del tartar de ternera en hueso de tuétano y el ribeye, que le han merecido el reconocimiento como el mejor Steakhouse de lujo de España en 2021 y 2022. Su carta de vinos es sorprendente, pero se convierte en lujo gracias a los vinos exclusivos que sirven con el Coravin (aparato que permite no descorchar la botella para que se conserven intactos).
Lo mejor de Mallorca en cuestión de vinos
En Palma de Mallorca
La calidad de los vinos del Merchants no es de extrañar si tenemos en cuenta que los eligen los mismos propietarios de Wineing, la única vinoteca que tiene refrigeradores con grifos de decenas de referencias, incluso de las denominaciones de la isla, que puedes administrarte tú misma en la copa. Una gran fórmula para poder probar diferentes blancos, rosados y tintos por un precio asequible. Y con el nuevo chef Aquiles, la carta de comidas está a la altura. Yo me pedí la ensaladilla y la parrillada de carne y tuve que entrar a felicitarle.
Bodega Can Rigo es una coqueta bodega con buena música que, perfectamente, podría estar en París, pero se ubica en el centro de Palma y tiene una selección de vinos de los que le gustan al propietario, Jaime, y a sus amigos. Tienen buen gusto, no falla ni uno, e incluso puedes empapar con embutidos, quesos y otras tapas que te prepara en su pequeño rincón-cocina.
El barrio de Santa Catalina está en pleno apogeo y destacan dos vinotecas con estilos muy diferentes pero geniales. Una es Vinostrum, que está en el antiguo local de La Fábrica y cuenta con decenas de referencias a empapar con tablas y casual food. La otra es Vinazo Morrofino, más sofisticada, con unos 600 vinos de España y del mundo, decenas por copas, con una cocina muy bien elaborada por el chef Mateo Castañeda, con elaboraciones diferentes como el carpaccio de conejo.
Fuera de la capital
Fuera de la capital, es un must visitar Bodegas Suau, especialistas en brandy y ron desde hace casi 125 años, con barricas centenarias en sus sótanos (y barrilitos que incluso venden a sus socios). En sus espacios organizan eventos y algunas de las experiencias gastronómicas con chefs privados y catas de Johnny Be Food. Busca la de sus destilados, las de vinos o incluso de los vermús que elaboran con La Vermutera, como los arriba mencionados, o El Mallorquín, que tiene barrica y es más premium.
En el puerto de Alcùdia, te encantará el gastrobar The Wine Side, no sólo por todos los vinos que tienen por copas o en botellas, sino también por su excelente gastronomía. Fusiona el producto autóctono con las especialidades asiáticas y lo mismo te hacen un nigiri de ortiguilla y atún como una especie de hamburguesa de carne desmechada de escándalo.
Imprescindibles a la vera del mar
Desde el histórico pueblo de Alcùdia, después de bañarte en la preparadísima playa de Muro, puedes seguir hacia Pollença. Tras el paseo, sigues la carretera hasta Cala San Vicente para pegarte un arroz o una parrillada de pescado y marisco en Can Patró con esa panorámica. Y luego te conviene reposar en sus tumbonas antes de coger el coche para recorrer las curvas hasta Cabo Formentor con el cronómetro a tiempo para ver el atardecer.
Al sur de la isla, en Colonia Sant Jordi, puedes tumbarte al sol en la fina arena de la Platja del Marqués, bañarte en sus aguas cristalinas, coger un ferry al Parque Natural de Cabrera y comer o cenar en Sal de Cocó o S’arroceria. Para relajarte, tómate unos cócteles o un vino en el chiringuito 5 Illes Beach&Sunset en la playa platja de s’Estany.
El plan alternativo o complementario es Ses Covetes, donde los oriundos recomiendan Es Mollet o conducir un poco más lejos hasta s’Amarador.
Sóller: tren, vinos y vermús
En el viaje tenía como prioridad ir a Sóller, uno de los pueblos más bonitos de Baleares. Merece la pena visitarlo en sábado para ver su mercadillo, aparte de sus callejuelas empedradas con rincones y tiendas o pequeños bares cuyos patios son un remanso de paz. Aunque te parezca una ‘turistada’ que cuesta ocho euros, te sugiero coger el tranvía para ir observando el paisaje hasta el puerto de Sóller.
Ahí, además de bañarte en su bahía, has de subir al bar-mirador de Es Mirall, para tomarte uno de sus vermús y vinos muy bien escogidos con un frito mallorquín con vistas a los barquitos. Y, tras una tarde de playeo para contemplar la puesta de sol, sube al simpático Mini Bar.
📌 Para darte un homenaje de sibaritismo máximo, escoge, sin ninguna duda, el antiguo palacete de Villa Luisa, conservado desde 1923 y restaurado con un gusto espectacular. Déjate llevar por el arte del chef Lluis Got, que domina la técnica francesa dándole saborazo, pero respetando el producto de kilómetro cero en su máxima expresión. Si puedes cerrar el broche durmiendo en el hotel Can Verdera, en Fornalutx, seguramente acabarás las vacaciones con otro ánimo para afrontar la vuelta a la realidad.