- No son solo mercados. Son templos de gastronomía, por los sabores y aromas que los inundan y por toda la historia que los ha construido.
Por toda España, encontramos obras arquitectónicas neoclásicas o de la llamada Arquitectura del Hierro. Estas conforman el corazón de los cimientos de sus ciudades, puntos de interés turístico e incluso Patrimonio Cultural de sus regiones. Son el punto de abastecimiento de muchas de las capitales españolas, pero también el lugar de disfrute para nuestros paladares. Son centros de alimentación, de degustación, de ocio y de cultura.
Bajo la batuta de la Selección Española de Cocina, la chef María Alcázar está ayudando a promocionar los mercados de abastos de toda España. Para ella, «la auténtica belleza de estos mercados está en su historia, en sus artesanos, en sus comerciantes y en todas las personas que luchan día a día para que no decaigan». Lo que es más, asegura, “en estos mercados es donde se materializa la cadena alimentaria, son las joyas de la gastronomía, nuestros templos del sabor».
Según su criterio, algunas de estas joyas con encanto, en este caso todas madrileñas, son el Mercado de Antón Martín, el de Santa María de la Cabeza o el de los Mostenses. También el de la Cebada y el de las Maravillas, el mercado de San Fernando o el de Productores.
Pero aquí te traemos otros nueve por toda España. Todos destacan por la belleza de su arquitectura y decoración y mantienen su función como mercado de abastos, mercado gastronómico o centro cultural.
Mercado de Santa Caterina, Barcelona: el primer mercado cubierto de Barcelona fue construido en 1848. No fue hasta 2005 cuando pasó a lucir una ondulada y colorida cubierta de piezas cerámicas que simulan un bodegón vegetal. Santa Caterina mudó de convento a centro de provisiones y, aunque continúa siendo mercado de abastos, algunos restaurantes se han instalado en él. Entre sus mesas te ofrecen platos como pollo al curry o salmón a la plancha mientras disfrutas de la alegre panorámica del Borne.
Mercado Victoria en Córdoba: creado en 1877 como la caseta más antigua de la Feria de Córdoba, en 2013 se convirtió en el primer mercado gastronómico andaluz. Entre palmeras y macetas colgantes se ofrecen salmorejos de la mano de La Salmoreteca o flamenquines y tortillas de patata. En él, la cocina local e internacional se mezclan en un mercado con más de treinta puestos y diversas actividades.
Mercado de la Esperanza, Santander: desde abril de 1904 ha sufrido varias remodelaciones. Eso sí, en todas ellas ha mantenido el zócalo de piedra, la estructura metálica con columnas de estilo corintio y la segunda planta acristalada. La quesada o las anchoas son los principales productos de los más de ochenta puestos que posee. Eso sí, la tradición pesquera montañesa ha hecho que pescado y marisco ocupen, casi al completo, una de las dos plantas del mercado más concurrido de la capital cántabra.
Mercado de San Francisco de Vejer de la frontera, Cádiz: el lomo en manteca o el almuerzo campero son las especialidades vejeriegas de este mercado. Conocido hasta 2013 como la plaza de abastos, ahora acoge puestos de pescadería o frutería. Puestos que se convierten en bares de comida gaditana, italiana o japonesa (entre otras), rodeados de cajas de fruta recicladas como adorno, decoración vegetal en azulejos y una inspiración árabe diseñada por el interiorista Gaspar Sobrino.
Mercado de Abastos de Zamora: hierro y ladrillo son los materiales que se escogieron para permitir la mejora de la comercialización de alimentos. Sus vidrieras iluminan puestos que albergan algunos de los productos locales que abastecen la ciudad desde hace más de cien años: callos zamoranos, chorizo de robles o verduras de las huertas de pequeños agricultores. Ubicado en la Plaza Mercado, 8, se trasladará en unos meses al parque de la Marina hasta que termine su remodelación en 2024.
Mercado de Nuestra Señora de África, en Tenerife: mojo picón, vinos canarios, barraquitos, papas arrugadas, frutas tropicales… Popularmente conocido como La Recova, en este mercado puedes comprar estos y otros productos o disfrutar in situ de ellos. En este edificio histórico de estilo neoclásico, mas de doscientos comerciantes se distribuyen en tres patios y dos plantas. Este enclave también acoge una zona de juegos y diferentes eventos a lo largo del año.
Mercado Central de Almería: a pesar de su remodelación en 2012, el primer mercado de abastos de Almería ha mantenido su esencia inicial desde su construcción a finales del siglo XIX. Coronado por una figura femenina sujetando un cesto de frutas como símbolo de abundancia, es uno de los ejemplos de la llamada Arquitectura del Hierro. En él, además de poder realizar compras a domicilio, puedes subir al bar de la planta alta. Allí te cocinan a la plancha la carne o el marisco recién comprados en el mercado.
Mercado Público de la Unión, en Murcia: en sus inicios, plaza de abastos del pueblo de La Unión; Desde 1907, edificio acristalado de estilo modernista. Probablemente sea por su fachada principal coronada por el reloj, o la fusión de referencias a estructuras góticas y románicas, por lo que fue declarado Bien de Interés Cultural y Patrimonio Histórico de España en 1975. Aunque ya no opera como mercado, acoge bajo su cúpula distintos actos culturales como el Festival Internacional del Cante de las Minas.
Mercado de San Miguel, Madrid: destacan en él los soportes típicos de la Arquitectura del Hierro y la crestería cerámica de la cubierta. Sobre todo, los cristales que iluminan la Plaza de San Miguel dan el toque al mercado más importante de la capital española. Mercado de abastos como en sus inicios en 1916, pero ahora también gastronómico, acoge toda la variedad de sabores patrios: el fresco marisco gallego, los quesos manchegos y productos típicos de todas las comunidades autónomas en puestos y restaurantes como La casa del Bacalao o Carrasco lbéricos.