El bar-restaurante con terraza del hotel Abba Huesca no solo atrapa a sus huéspedes, sino que tiene un trasiego constante de público local que conoce sus propuestas de cocina local a precios asequibles
Querido/a sibarita, hoy te traigo una recomendación que va a despertar tu curiosidad y tus habituales ganas de disfrutar y fuera de los circuitos habituales. Seguramente, no te encajaría ir a ciegas al restaurante de un hotel, pero este bien merece la visita si vas a Huesca o al Pirineo en general. Me refiero al restaurante Abba Mía del hotel Abba Huesca, donde tuve el placer de vivir una experiencia gastronómica inesperada, y te invito a que te dejes tentar.
Este sitio se ha ganado el respeto de locales y visitantes por igual. Es más, se ha convertido en un auténtico punto de encuentro donde el buen gusto por la gastronomía aragonesa, especialmente por nuestro Ternasco de Aragón IGP, manda.
La propuesta del chef ejecutivo Darío Bueno es toda una procesión de sabores que te harán volver una y otra vez hasta Huesca. La croqueta de pollo al chilindrón que probé, por ejemplo, no era solo una croqueta con alioli encima. Te lo digo en serio, cada mordisco era pura felicidad. La capa crujiente daba paso a un interior suave y cremoso, que aún me hace la boca agua de solo recordarlo.
Luego vino la morcilla más delgadita de lo habitual, producto artesanal del pueblo zaragozano de Menebrega, blandita por dentro y crunchy como una longaniza por fuera, con su punto justo de intensidad, que, combinada con unos pimientos rojos caramelizados, producían una armonía casi poética.
Otro gran protagonista de Aragón es el carnoso tomate rosa de Barbastro, en este caso con aceitunas negras, ventresca y pimientos verdes asados fue el respiro fresco que necesitaba. Aquí se nota el respeto por el producto local, fresco, sabroso y bien tratado.
Y el bacalao ajoarriero… ay, sibarita mío, si te gusta el pescado, vas a flipar. Este plato lo eleva Darío a un nuevo nivel. El bacalao perfectamente desmigado y cocido, desmenuzándose al toque del tenedor, en una cama de sabores potentes de verduras, ajo y aceite. No hay palabras para describir lo mucho que disfruté este plato.
El ternasco de Aragón, a juicio
Si creías que ya había terminado, no imaginas el saque que puede tener una maña. Yo fui al restaurante buscando la mejor paletilla de ternasco, nuestro cordero adolescente autóctono, y me llevé hasta la albóndiga de ternasco con su propio jugo sobre un puré de patata que era la mismísima Anunciación de lo que estaba por venir.
La paletilla de ternasco al horno llegó para colmar mis expectativas. No, espera, la guinda llegó luego con el postre, pero ya hablaremos de eso. El ternasco era tan tierno y jugoso que se deshacía en la boca, como tiene que ser, y pese a su contundencia, no tuve corazón para renunciar a las patatas, que se cuecen en los jugos y la grasita del ternasco durante su asado. Este es uno de esos platos que caracterizan la cocina tradicional aragonesa, y se notan el cariño y la profesionalidad del equipo del restaurante Abba Mía.
Un final feliz en el Abba Mía
Y sí, vamos al postre. Me enfrenté a una tarta de helado que resultó ser el final perfecto para esta experiencia. El contraste del sorbete de frambuesa con la galleta desmigada te invita a jugar con los sabores y texturas en cada cucharada. De ahí me podría haber vuelto a Zaragoza caminando, pero eso te lo cuento en este otro reportaje sobre mi ciudad natal.
De modo que, sin necesidad de alojarte en el hotel, puedes disfrutar de toda su gastronomía sin preocuparte por los precios, porque además de la calidad del producto, las raciones a la carta son generosas y las opciones de menú están muy bien ajustadas. Un menú de diario por 24 euros y el menú degustación del finde por 35, dime dónde consigues todo esto por ese precio en una gran ciudad.
Nada más que por eso ya vale la alegría ir a Huesca, que es una ciudad muy acogedora, bonita y limpia; o si, simplemente, pasas por allí, no deberías perderte la oportunidad de descubrir los tesoritos gastronómicos de Aragón que esconde el Abba. ¡Salud y a disfrutar, que se te está yendo la vida y no te enteras!