- Entrevistamos a Rodaballo en el contexto de Concurso Internacional Una de Bravas, donde descubrimos tanto su humor como su sensibilidad, más allá de sus dos premios
Iñaki tiene dos vertientes: una, la de Iñaki Rodaballo, el supercampeón de todo concurso al que se presente, 12 primeros premios desde aquel VIII Concurso Alavés de pinchos de 2000 hasta el reciente II Concurso Internacional de Elaboración de Patatas Bravas 2021, Una de Bravas, donde se llevó este octubre el Premio a la Innovación por la presentación de sus Candy Crush Bravas, así como el Primer Premio a las mejores bravas del mundo porque, realmente, están deliciosas.
La otra vertiente es la Iñaki Rodrigo Rojas, el humano que se emociona al ganar y, balbuceando entre lágrimas, le dedica el premio a su amigo William Brendam, que murió el 16 de septiembre de este año, así como a su hijo, a su chica y a sus seres queridos.
El hombre noble que triunfa pero lo hace desde la naturalidad, motivo por el cual todo el mundo le aprecia, le jalea y se alegra sinceramente de sus éxitos, un alavés que no despierta envidias. Impresionantes las ovaciones y gritos del público del Palencia Brava cuando levantó el trofeo del ganador. Con su pareja, también vasca, encabezando los vítores con orgullo y furor. Cuando le preguntas por ella, te contesta: “qué bien nos lo pasamos juntos, pero qué bien”.
Que es lo mismo que le ocurre con su vocación: “me gusta la cocina, cocinar y pasarlo bien haciéndolo”.
¿Cómo se lo pasa uno bien? Pues con humor. El humor es una de las grandes cualidades de Iñaki, como demuestra el hecho de que se sobreapellide a sí mismo Rodaballo, porque Rodrigo era demasiado normal para alguien con esa creatividad. Así llamó al restaurante propio que abrió en 2011 y tuvo hasta 2012. ¿Por qué? «Porque la relación con mis socios no fue bien, ellos querían sobres y yo… Bueno, entramos en la guía Michelín Alavesa».
Como es obvio, maneja la ironía con arte torero hasta que se pone serio y exige profesionalidad en su sector: “para atraer al público, no basta con tener un cocinero famoso o premiado, hay que saber gestionar, poner todo el personal necesario y tratarlo bien, comunicar la profesionalidad que tienes en tu local y lo que estás ofreciendo a nivel gastronómico, etc.”
De lo contrario, apostilla, “estás desperdiciando el talento y el dinero, lo estás desaprovechando. Y eso hace que los profesionales se frustren y acaben yéndose a otros negocios”.
O a montar el suyo propio, como hizo con Bowlers, una dark kitchen pionera en el barrio de Salamanca de Madrid, previa a la pandemia, que funcionó genial durante el confinamiento porque sólo hacía comida a domicilio o para llevar, no se podía comer en el local. Bowls exóticos con toques gastronómicos de todos los lugares del mundo, sin olvidarnos de las coloridas y diferentes bravas asadas que presentó al I Uno de Bravas.
Desde luego, Rodaballo lo mismo gana todos los concursos de pintxos y tapas de Euskadi, como el Premio PIL-PIL de gastronomía al detalle por la guarnición, en 2003.
Porque puede acoplarse a cualquier tipo de cocina y comprometerse a tope con el proyecto. No en vano, el último restaurante en el que le ficharon en junio fue el Maison Melie de Génova 11, donde, además de las bravas ganadoras, sirve un tartar de salmón bien picantito, unos espárragos extraordinarios, un pollo coquelet con una salsa para repetir y su reinterpretación de la tarta tatín al revés que te desmonta.
“Para mí, la gastronomía ha sido y es una forma de vida. Me apasiona”, asegura. Por eso no para de darle vueltas a la excelencia y ya está inmerso en su próximo proyecto en la Galería Canalejas, un espacio de lujo de 4.000 m2. En su Food Hall, cada puesto tendrá su especialidad, para que los visitantes coman la carne en uno, el sushi en otro, las tapas más allá y el helado en el de la esquina.
La presencia de Rodaballo entre tantos compañeros de la alta gastronomía se traducirá en el primer local en ofrecer una opción de tapas-pinchos elaborados al momento, totalmente vegetariano. El local se llama H.U.M.A. (por el ave mitológica) y lo que encara con ilusión en un momento en el que sabe que puede dar lo mejor de sí porque le avalan los más de 30 años de experiencia en grupos como Sagartoki, Superchulo, La Mucca… o sus cuatro años en Punk Bach.
El cerebro no le deja dormir, de hecho, tiene ya preparadísima la tapa que presentará a la próxima edición del Concurso Nacional de Pinchos y Tapas de Valladolid para quedar de nuevo campeón, como en 2014.
Desde la humildad, porque no es un cocinero con la fama por montera, Rodrigo comparte sus conocimientos como docente en el Basque Culinary Center, y como ponente en diferentes Congresos a nivel Nacional e Internacional. Por nombrar algunos: Congreso Hakodate (Japón), Congreso Vive las Verduras o Congreso Minimal (Huelva, Toledo, León). Y, además, por su alegría y sencillez, lo sabe comunicar, como demuestra su colaboración en ETB2 con espacio propio en “Ni más Ni menos”.
Y por esa bonhomía por la que se hace querer, y nos llevó a todos al desbordamiento del lagrimal en la entrega de premios del Concurso Una de Bravas, es por lo que estrenamos con él esta subsección de Entrevidas, para que conozcáis a la persona más allá del chef.
Por cierto, ¡ya puedes participar en la tercera edición de Palencia Brava!