Desde un vermú natural artesano, pasando por vinos blancos y rosados únicos y otros asequibles en el supermercado, hasta tintos cálidos que pasan la prueba del algodón más allá del marketing.
El otoño es una estación de contrastes, de momentos íntimos y, sobre todo, de tomar grandes vinos que pueden convertirse en la mejor compañía para los días de lluvia o las noches al abrigo de una buena conversación.
Si eres hedonista, aquí tienes vinos de todos los precios, tanto ediciones exclusivas para las celebraciones más especiales como otros asequibles que encontrarás en el supermercado sin ningún problema. Aquí te traemos una selección de vinos que hemos catado personalmente para poder asegurarte que te van a acompañar para cada ocasión.
Bikini Azul Vermut: El aperitivo de los disfrutones
Si lo que quieres es un aperitivo que te transporte directamente a las playas del Mediterráneo, el Bikini Azul Vermut es tu mejor aliado. Este vermut artesanal, elaborado con uva Moscatel de Alejandría y más de 20 botánicos, es pura frescura en estado líquido. El toque de naranja le da ese punto cítrico que equilibra su dulzor natural, y su fondo de hierbas aromáticas te hace sentir como si estuvieras en Alicante, con el sol acariciando tu piel.
En nariz, es una explosión de aromas florales y cítricos que te abren el apetito al instante. En boca, sostiene una agradable final largo que te deja con ganas de más. Sírvelo bien frío, mejor sin hielo, una rodaja de naranja y una aceituna, entre gildas y aperitivos. Es el acompañante perfecto para esos momentos de charleta antes de una buena comida. Y como bonus: es sostenible, hasta el corcho es biodegradable.
Arínzano Eternidad Chardonnay: La locura en el paladar
Lo que tienes ante ti es mucho más que un vino de pago: es Eternidad. Y no, no estoy exagerando. Este Arínzano Eternidad Chardonnay de Pago Arínzano es un blanco atemporal que desafía los conceptos que puedas tener sobre esta uva. Olvida los Chardonnay dulzones y facilones, aquí estamos hablando de finura, de elegancia pura, de una obra maestra líquida. Su textura es como la seda danzando en tu lengua, con una redondez y delicadeza que te harán dudar si realmente estás viva o has pasado a la eternidad.
Cada trago es una invitación a la belleza embotellada, y si lo dejas respirar, se abre como esa flor que solo aparece una vez al año, regalándote matices de su larga crianza en barrica. En nariz, te recibe con notas florales, frutas blancas y un toque de mantequilla que casi puedes saborear antes de llevarlo a la boca. Ahí, su untuosidad te envuelve y te lleva de paseo por un viñedo en otoño, con ese frescor de las mañanas frías que equilibran su complejidad. Con un potencial de guarda espectacular, este vino puede evolucionar durante años. Pero si eres igual de ansias que yo, te lo tomarás hoy mismo, porque la vida es demasiado corta para arriesgarte a no llegar a disfrutarlo. ¿200 euros de coste? Te aseguro que vale mucho más…. Con este blancazo, personalmente, no buscaría compañía, hazte el Gollum, prepárate una comida de lujo (yo me lo tomé con un chuletón y lo sostuvo perfectamente) y sé feliz.
Valdecuevas 724 Viognier 2022: La singularidad embotellada
Entrar en el mundo de la uva Viognier es adentrarse en un terreno poco explorado, pero si te atreves con el Valdecuevas 724 Viognier 2022, no querrás salir. Este blend con verdejo acumula todo lo que hace falta para comprarte una caja: es fresco, aromático y lleno de personalidad. Su elaboración a 724 metros de altitud le aporta una frescura y vivacidad que se sienten desde el primer tiento. Los aromas a fruta blanca madura, como el melocotón y el albaricoque, junto a un delicado toque floral, son solo el preludio de lo que está por venir en el retrogusto.
Al saborearlo, esta variedad se despliega con una untuosidad que te abraza, persistente y cautivador. Es un blanco voluminoso que no tiene miedo de mostrarse en todo su esplendor durante un buen rato. La crianza en barrica le añade un toque de profundidad, sin opacar la frescura natural de la uva. Solo se han elaborado 2.285 botellas, así que estás ante una edición limitada que todo amante del vino debería probar. Perfecto para maridar con mariscos o pescados, pero también para disfrutar solo, mientras observas cómo el otoño tiñe de dorado el paisaje.
Marger Vi de guarda: La crianza de un blanco de lo más mediterráneo
Le notarás las hierbas mediterráneas en el primer momento, pero no tardarás en encontrarle la bollería y el fruto seco que advierten que estamos ante un vinazo blanco con una fermentación y crianza en barricas de roble francés durante cinco meses, junto con dos meses de batonnage sobre lías y medio año más en bodega. Todo lo cual le aporta una untuosidad y un volumen en boca que te envuelve de principio a fin, con mucha fruta y toques herbáceos. Es estructurado y gastronómico, pero no pierde esa viveza que a todos nos da alegría en cualquier circunstancia.
El Marger proviene de dos parcelas de viñas viejas, la de Xarel·lo de más de 30 años y la de Macabeo, plantada una década después por la familia Sumarroca, que lleva décadas apostando por la sostenibilidad y el respeto al terroir del Alto Penedés. Estas viñas han sido testigos del paso del tiempo, y esa madurez se traslada al vino con una profundidad y complejidad que van a hacer que, siempre que veas sus vinos en el super o en vinoteca, te fíes de su garantía de calidad.
Viñas de Anna Blanc de Blancs: El blanco que desafía las expectativas
Si te gustaba Anna de Codorníu en cava, ¿cómo no vas a probar este blanco tranquilo (sin burbujas)? Te aseguro que no es lo que esperarías de un Chardonnay, y ahí radica su encanto. Lejos de ser un vino afrutado, sorprende por ser tajante y seco, con una acidez vibrante que despierta las papilas. La mezcla de Chardonnay con un toque de Gewürztraminer aporta frescura y una tensión estupenda en cada sorbo. Es un blanco que rompe prejuicios, así que has de darle una oportunidad en el lineal del supermercado.
En nariz, este vino te regala aromas a frutas tropicales maduras y cítricos, con un trasfondo floral y especiado que lo hace aún más interesante. En el paladar, tiene una entrada refrescante, equilibrada, y un final largo. Es un blanco, acogido dentro de la DO Catalunya, idóneo para maridar con carnes blancas, pescados, mariscos o incluso con platos de cocina asiática.
Neros Rosé de Valdesneros: El peligroso encanto del rosado
Neros Rosé es un rosado simpatiquísimo, facilísimo, peligrosísimo y que te va a gustar aunque tengas la cruzada todavía contra los rosados, un vino de autor de Rubén Montero, de Bodega Valdesneros, que es más sutil y atrevido que su rosado Señorío de Valdesneros, pero mantiene su impronta de innovar y hacer lo que le da la gana, preocupándose solo de hacer cosas ricas, independientemente de que el consumidor esté todavía preparado para ello. En este caso, si no tienes la lengua de esparto, lo estás.
Y no te costará comprarte un par de cajas… pero igual no quedan porque es una microvinificación caprichosa. Elaborado con Tempranillo, Garnacha y un toque de Mencía, entre otras variedades de viñas viejas, es un rosado de la DO Arlanza que no tiene miedo de ser diferente y arriesgado, con una mezcla vibrante de frutos rojos ácidos y un trasfondo cítrico que te despierta los sentidos. En boca, su acidez refrescante lo hace peligrosamente fácil de beber, con un final largo que te deja deseando otro sorbo. Marida con música y un estado de ánimo animadillo, amigos y picoteo.
Viñas de Anna Rosado: La versatilidad en estado líquido
Cuando pensamos en un rosado, muchos pueden imaginar un vino ligero, para momentos informales, pero el Anna de Codorníu Rosado, elaborado con Pinot Noir y un toque de Garnacha, es potente y fresco. Es como si cada sorbo fuera una caricia de verano, pero con la suficiente seriedad y cuerpo como para destacar en cualquier mesa.
De un precioso color cereza pálido, en nariz es un bosque: fresas silvestres, frambuesas y una nota cítrica que lo hace refrescante desde el primer momento. Pero es en boca donde este rosado se expresa mejor, con una estructura ligera a la par que persistente, ideal tanto para un aperitivo como para acompañar platos más elaborados como pescado azul, arroces o pastas. Otro rosado que viene a demostrar que el este estilo puede ser más versátil que cualquier tinto o blanco. Y todo ello por un precio que te sorprenderá gratamente.
Heraclio Alfaro Crianza 2020: El riojano más perfumado
El Heraclio Alfaro Crianza 2020 es un coupage de garnacha, tempranillo, graciano y mazuela de la DOC Rioja que te va a conquistar desde la primera copa. Este tinto destaca por su nariz perfumada, donde frutas rojas como frambuesas, fresas y cerezas se mezclan con los sutiles matices de la madera, logrando un equilibrio perfecto entre la expresión frutal y los toques de la barrica. A pesar de tener doce meses en barrica, esta no domina, lo que permite que la fruta siga siendo la gran protagonista.
En boca, es sedoso y jugoso, con un cuerpo medio que lo convierte en un vino versátil y fácil de beber. La franqueza aromática se repite en los sabores, con un final suave y redondeado. Ideal para maridar con platos tradicionales como un arroz con pato o carnes asadas, es el tipo de Rioja que, una vez lo pruebas, te invita a abrir otra botella.
Fuentelún 2018: La expresión más sincera de la Ribera del Duero
Otro tinto de Ribera del Duero que siempre me gusta es el que elabora Cruz de Alba, el Fuentelún 2018, un vino de edición limitada elaborada con Tempranillo de viñas viejas de 40 años, plantadas a una altitud de 700 metros en un suelo arenoso con aportaciones de limo y arcilla. Este vino transmite la autenticidad de la tierra y la filosofía biodinámica que sigue la bodega.
En nariz, Fuentelún 2018 te conquista con una fiesta de fruta negra madura, especias y tostados que invitan a seguir explorando. En boca, es un vino sugerente, equilibrado y sabroso, con la carnosidad y el volumen característicos de los grandes tintos de Ribera. Cada sorbo refleja la energía y vitalidad de una añada excepcional que deja un largo y agradable postgusto.
Bardos Villálvaro 2022: Un vino de pueblo… de Soria
La Ribera del Duero le gusta a casi todo el mundo, pero cuando hablamos de las alturas de Soria, todo se eleva literal y metafóricamente. El Bardos Villálvaro 2022 es un ejemplo perfecto de lo que la altitud y el clima pueden hacer con sus variedades más allá del tempranillo. La combinación de Tinta Fina (Tempranillo), Garnacha, Albillo Mayor y otras variedades de pequeñas parcelas a casi mil metros dan como resultado energía pura embotellada, un tinto que juega con tus sentidos desde el primer sorbo.
Su color rojo picota con destellos violáceos ya te avisa de que estás ante algo distinto. En nariz, es una explosión de frescura, con notas de frutas rojas y flores. Su entrada es suave, casi engañosa porque le meterás un trago largo, pero rápidamente se transforma en una sinfonía de sabores que llenan tu paladar con una estructura impecable, como todo lo que hace Vintae. Perfecto para una tarde de otoño junto al fuego o una quedada con amigos.
Las Moradas de San Martín Senda Garnacha 2021: Pura naturaleza en estado líquido
En tiempos de vinos naturales dudosos, la Garnacha 2021 de Las Moradas de San Martín es una demostración de la reconocida enóloga Isabel Galindo, que apuesta por la sinceridad y la mínima intervención con la máxima calidad. Elaborado de manera natural, sin aditivos ni maquillajes, este vino te muestra la pureza de la garnacha madrileña en todo su esplendor. Nada más abrir la botella, te recibe con un abanico de aromas a fruta roja madura, sotobosque y un toque especiado que te traslada a un paseo por el monte en otoño.
En boca, es un vino acariciante, con taninos suaves que se funden con una acidez refrescante. La frutalidad explosiva es una constante, pero lo que realmente te engancha es su autenticidad, pues no pretende ser otra cosa que lo que es: una expresión pura de la variedad y de la tierra de la que proviene. Con ese carácter, es perfecto para disfrutar con un buen plato de cuchara o unas setas de temporada con pato confitado.